Ávila en el siglo XVI

Palacio de Polentinos


El paso de la Edad Media al Renacimiento supuso un gran cambio de mentalidad, sobre todo con la aparición del Humanismo. El nuevo pensamiento humanista (basado en la búsqueda de la verdad mediante la experiencia y la razón), la pérdida de credibilidad del Papado (como consecuencia del Cisma de Occidente), la relajación de costumbres de los clérigos y la decadencia de algunas órdenes religiosas, provocaron que en el siglo XVI, surgieran diversos movimientos religiosos deseosos de reformar la Iglesia. Así surgen: la Reforma Luterana, la Reforma Calvinista, el Anglicanismo; junto a ellas la Reforma Católica o Contrarreforma. Es importante recordar que junto a estos movimientos religiosos surgen en la Iglesia fundadores y reformadores de Congregaciones religiosas: San Ignacio de Loyola, San Pedro de Alcántara; Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz que reformaron la Orden del Carmelo, destacando también como autores de poesía mística.

La época de Santa Teresa y San Juan 

Cuando se ve Ávila desde lejos parece una casa: Ávila la casa la llamaba Miguel de Unamuno. Una casa con sus puertas, sus muros, su vida interior. En Ávila se vive para adentro. Si se pasea por sus viejas calles, aún se pueden encontrar pequeños jardincitos tras las tapias. Eran los huertecitos como los llamaba Santa Teresa. En primavera, allá por el siglo XVI, las familias salían a los huertos y se sentaban entre las amapolas, el romero, el cantueso... flores amarillas, moradas y azules como un cuadro de Fray Angélico. En invierno llenos de  nieve, todos quedaban en silencio, con ese silencio amortiguado de la nieve. En uno de ellos jugaba la Santa, como todos los niños de todos los tiempos, con sus hermanos pensando en sus libros de caballeros y santos.
Cuando iba a misa a la Catedral veía el nuevo retablo del altar mayor pintado por Pedro de Berruguete, había pintado ya el retablo de Santo Tomás. Andaba por entonces la Santa de Alba a Segovia, de Segovia a Ávila...
En pocos lugares de Europa, más allá de Italia, había un ambiente cultural, político y religiosos como el que había en Ávila en ese momento histórico.
Teresa, ha encontrado una casita en las afueras de la ciudad. No busca sino una celda limpia y desnuda, su palomarcito. Ha visto muchos palomarcitos por las tierras llanas de Castilla, pequeños, con su tejadillo de teja árabe y sus celdas diminutas, pero en el centro de todo aquel silencio. Quien más quien menos, el que es algo en la ciudad, va levantando sus casas solariegas, sus escudos lucen en los dinteles de la puerta principal, en los capiteles del patio...


Material de la actividad

Esa era la Ávila de Teresa. Y en la de hoy aún podemos encontrar aquella ciudad que caminaba ella y sus vecinos. Aún hoy la gente se pregunta cómo Ávila pudo ser la cuna de dos místicos como Teresa de Jesús y Juan de la Cruz [Ruta teatralizada por el Ávila del siglo XVI].