¡Ciao!
Me llamo Paolo Nero y soy italiano, de Padua, la ciudad en la que descansa uno de los santos más simpáticos de la historia de la Iglesia. Soy una persona inquieta. Me gusta conocer y viajar, me va la aventura y vivir nuevas experiencias. Soy un buscador nato. Mi amigo Piero, franciscano, me dijo un día que había ciudades en las que parece que encontrar a Dios resulta más fácil, porque su fisonomía está marcada por personas singulares que estuvieron muy cerca de él. Es lo que sucede con nuestra querida Padua y, sobre todo, con Asís. Allí solo se respira espiritualidad franciscana; por todos los lados encuentras las huellas que dejaron san Francisco y santa Clara. Da la impresión de que el cielo se te acerca un poquito más.
Piero me habló de otras ciudades parecidas a Padua o Asís. Y me contó su experiencia en España cinco años atrás. Estuvo en Santiago, como peregrino, y rezó ante la tumba del apóstol. Y de regreso, antes de volver a Italia, pasó por Ávila. Él había oído hablar de Ávila por santa Teresa, pero nunca supuso que la ciudad fuese tan teresiana. Y además, muy cerquita de Ávila, nació san Juan de la Cruz. Ávila es, por tanto, la ciudad de los místicos. Piero había ido a España para peregrinar hasta Santiago, pero el recuerdo que se trajo fue el de otra ciudad, Ávila. Tanta pasión ponía en sus descripciones y vivencias que Ávila, aun sin haber estado, ya me entusiasmaba. Busqué información, toda la que pude, y preparé mi viaje a Ávila. Era el quinto centenario del nacimiento de la santa y la ciudad se había engalanado para celebrarlo.
Estuve unos días en Ávila y me encontré con una ciudad preciosa. Sus calles transpiraban Historia por todos sus poros, con personajes fundamentales en el pasado y presente de España; por todos los rincones se respiraba la mística carmelitana. Me encontré con una tradición musical rica y variada, vi cómo muchos de los grandes autores de la literatura española se habían inspirado en la ciudad, sobre todo en las murallas, para dejar bellísimos testimonios en las páginas de sus libros. Y además, el paisaje de Ávila y su provincia, ha condicionado la actividad económica de la zona, pero esa Ávila tradicional, la del pasado, también sabe proyectarse hacia el futuro a través de una iniciativa emprendedora de lo más original.
No podía dejar pasar tantas experiencias y por eso he decido publicarlas. En esta Web, querido amigo que me lees, he tratado de recoger algunas de las muchas cosas que descubrí en Ávila. Una ciudad que merece la pena conocer y saborear con calma, porque tiene mucho de lo bueno. Para terminar he de reconocer y agradecer el trabajo de mis amigos abulenses. Durante mi estancia conocí a unos estudiantes que me acompañaron en mis paseos por Ávila. Sin ellos no habría podido aprovechar el viaje tanto como lo hice. Me dijeron que estudiaban 3º de la ESO en el colegio Milagrosa-Nieves, uno de los mejores de la ciudad. Ellos me han ayudado mucho a encontrar el material con el que he preparado esta página Web.