Unamuno (Bilbao, 1864 - Salamanca, 1936) fue escritor, poeta y filósofo español, y principal exponente de la Generación del 98. Entre 1880 y 1884 estudió filosofía y letras en la universidad de Madrid. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca, y poco después accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1901 fue rector y catedrático de historia de la lengua castellana.
Inicialmente sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe. Sin embargo, las contradicciones personales y las paradojas que afloraban en su pensamiento actuaron impidiendo el desarrollo de un sistema coherente, de modo que hubo de recurrir a la literatura, en tanto que expresión de la intimidad, para resolver algunos aspectos de la realidad de su yo. Esa angustia personal y su idea básica de entender al hombre como "ente de carne y hueso", y la vida como un fin en sí mismo se proyectaron en obras como En torno al casticismo (1895), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios y conversaciones (1911) o Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913).
Sin embargo, estas obras no parecían abarcar, desde su punto de vista, aspectos íntimos que formaban parte de la realidad vivencial. De aquí que literaturizase su pensamiento primero a través de un importante ensayo sobre dos personajes clave de la literatura universal en la Vida de don Quijote y Sancho (1905), obra en la que, por otra parte y en flagrante contradicción con la tesis europeísta defendida en libros anteriores, proponía "españolizar Europa".
Su narrativa progresó desde sus novelas primerizas Paz en la guerra (1897), y Amor y pedagogía (1902) hasta la madura La tía Tula (1921). Pero entre ellas escribió Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), y sobre todo Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920), libro que ha sido considerado por algunos críticos como autobiográfico, si bien no tiene que ver con hechos de su vida, sino con su biografía espiritual y su visión esencial de la realidad: con la afirmación de su identidad individual y la búsqueda de los elementos vinculantes que fundamentan las relaciones humanas.
Su producción poética comprende títulos como Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velázquez (1920), Rimas de dentro (1923) y Romancero del destierro (1927), éste último fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera. También cultivó el teatro: Fedra (1924), Sombras de sueño (1931), El otro (1932) y Medea (1933).
Unamuno dedica un capítulo a Ávila en su libro titulado Andanzas y visiones españolas (1922). Es una suerte de libro de viajes, donde Miguel de Unamuno expresa las profundas emociones que experimenta ante el paisaje evocado o real (tema, por otra parte, típico de la Generación de 1898). Los capítulos 28, 30 y 31 están dedicados a Ávila y se titulan, respectivamente: Frente a Ávila, Paisaje teresiano y Extramuros de Ávila [fragmento en pdf].
Unamuno asocia los distintos espacios de las pequeñas y viejas ciudades, como las plazas públicas, a la cotidianidad intrahistórica: “Esas plazuelas apacibles y sosegadas que se abren dentro del recinto conventual de una eterna no ya vieja ciudad castellana. Esas plazuelas por las que han resbalado siglos de instantaneidad cotidiana”.
Colaboradores: Anel Melina de la Cruz, Amaya Cembellín y Diego Alfayate.